LA LOCURA DEL SEXO
Más de una vez se habrán preguntado, consumidores compulsivos de celuloide como son ustedes, por qué será que los que gustan del cine de terror suelen apreciar no poco la Sexploitation, ese género más morboso que explícito tan en boga durante el siglo XX, antes de que el porno puro y duro se encargase definitivamente de expedir su certificado de defunción.
Será, digo yo, porque ambos géneros son de dar miedo. El uno, porque pone en tela de juicio la fe en lo racional, espejismo que proporciona la ilusión de un mundo ordenado lejos del temible caos; el otro porque igualmente asusta a las gentes bienpensantes con su temor a caer en las garras del instinto o de sucumbir bajo el poder animal de sexo contrario, las más de las veces la hembra libre y dominante, que al cabo y sin engañarnos, hombres son los principales destinatarios de estos filmes.
No vayan a creerse que eso de la Sexploitation es cosa de los setenta, ni mucho menos. Abunda fecundo desde los años treinta entre los norteamericanos de la mano de ínfimos productores, exhibido en circuitos cuando menos irregulares, paupérrimas salas o ferias ambulantes. El pretexto suele ser de carácter científico, alertando de los peligros de la sífilis (como en Sex Madness), soltando disparates sobre la fecundación artificial (Test tube babies), mostrando exóticas representantes de otras culturas con las tetitas al fresco (caso de The blonde savage y otros documentales mondoavant la lettre) o glosando las ventajas del nudismo y el naturismo... siempre con el objetivo poco disimulado de mostrar carne y calentar entrepierna. Vender, en una palabra.
A mí las que más me gustan son las producciones más astrosas que suelen acercarse a la cosa del putiferio y el mal vivir. Jovencitas secuestradas obligadas bajo amenaza a vender su cuerpo, zorrones que gustan de entregarse a bandas de moteros, ricachones viciosos ávidos de sensaciones, señoras cuyos maridos no las atienden como deben... Gloriosa mezcla de melodrama, hipócrita a no poder serlo más y morboso como él sólo, con la lección contra el pecado y la complacencia en él, ese mecanismo tan apreciado por los cristianos. Además de ser, ay, tedioso en más de una ocasión, que como todas estos asuntos de cine basura que dicen ustedes mucho se promete para luego no cumplir.
Prometen, ya lo ven, es estos gloriosos carteles que hoy les traigo, de reciente aparición en el Desván y pendientes muchas de ellas de ser proyectadas en la abueitesca pantalla. Proceden en su mayoría del catálogo de Alpha Video, una encantadora casa americana especialista en rescatar el trash más viejuno a precios para ecomonías humildes como la nuestra. Vayan a visitarla AQUÍ y llévense algo si pueden, a ver si por fin pueden alcanzar su Licenciatura en Underground...