La filtración por parte de Wikileaks de los cables diplomáticos en un principio parece un resumen de cotilleos extraídos de la revista HOLA. Así, gracias a la inteligencia USA ahora sabemos que Berlusconi monta unos fiestorros guapos con putas y tal.
Pero entre la morterada de papelotes hay bastantes cositas donde rascar, sobre una posible guerra construída en Yemen, un golpe de estado cocinado para Honduras y varios marrones más, así que se supone que son los medios los que deberían ponerse a saco a la tarea de repartir bacalaos.
Sin embargo la presentación de los más de 250.000 documentos como una “exclusiva” compartida parece que ha resucitado en El País su instinto comercial más viejuno y ya han cortado los papeles en papelinas para estirar y rentabilizar la información contenida en estos documentos.
Solo les faltó anunciar que regalarían con el periódico una cartilla para que los lectores pudieran ir pegando los cupones Wikileaks y conseguir una taza de desayuno de premio al completarla.
Esa manía de soltar la información por entregas, al más puro estilo “continuará” siempre me ha parecido cutre, y viene de aquellos tiempos sin internet, con apenas un par de periódicos nacionales de pegada y un público sumiso al ritmo editorial impuesto. Pero hoy no tiene sentido, todo estaba y está disponible para descarga y consulta en el sitio de Wikileaks. Y lo que falta terminará apareciendo. O no, pero al menos sabemos que lo que hay no es todo.
Los medios deberían hacerle la ola a Wikileaks, sin embargo The Economist reclama que Wikileaks haga un trabajo de análisis de los documentos, como están haciendo los cuatro medios internacionales, diciendo que Wikileaks degenera en cotilleos“. Los que se suponen deben hacer de altavoz se han acostumbrado a quedarse sentados sobre su inluencia a verlas venir y eso se acabó.
Si ayer la mayoría de gallifantes de los medios sentenciaban que eran los periodistas, los verdaderos atletas profesionales de la prensa, los que sabían y debían procesar, interpretar y servir la información…hoy piden a Wikileaks que haga análisis. Que se lo den todo más masticado, vaya. Así se abaratan costes de producción y se publica todo más rápido.
Vuelvo a tener esa sensación tan familiar de posición “cateta” de determinados medios de referencia ante asuntos de calado internacional, esa que se tiene cuando el informador habla demasiado del informador y un poco menos de la noticia, cuando la empresa de comunicación pretende colarse como protagonista de algo en lo que no debería pintar absolutamente nada.
El chiste al respecto, como siempre, lo pone Leire Pajín.